Yesterday we had the great pleasure of welcoming novelist and scholar Claudia Salazar Jiménez to Stony Brook University. She discussed her novel, La sangre de la aurora, and fielded some really great questions from undergrad and graduate students. Here is my introductory text/review of the novel.
La sangre de la aurora
En una de las fiestas de Ana María Balducci, esas fiestas de no más de 12, Melanie, la fotoperiodista, interpelada sobre su trabajo reciente, responde lo siguiente, “Yo hago mi trabajo, investigo, capturo imágenes, trato de revelar lo que no se ha visto” (18).
No es uno de los momentos más impactantes de La sangre de la aurora. No representa uno de los varios momentos poéticos que sacude al lector. Que vibra con la intensidad desorientadora de las “bombas” que caen a mitad de una frase, que cortan el pensamiento, o los tajos corporales, los huesos rotos, futuros truncados. Sin embargo, me interesa presentar esta novela a partir de este gesto de Mel, “de revelar lo que no se ha visto” porque es en ese ejercicio político que, a mi modo de ver, se centran las cuestiones éticas de esta obra.
¿Qué es, al final de cuentas, lo que no se ha visto en un contexto de guerra? ¿Cuáles son los momentos indocumentados, las sonrisas perdidas, los cuerpos desaparecidos, los afectos que desvanecen en la espera constante de uno que no volverá? Otro vodka. Otra canción. Otro momento antes de partir. Otro roce de piernas. Otro muerte, otra bala, otro reportaje.
Lo que no se ha visto es también lo que no se puede ver, lo que no se puede expresar. Y creo que esta novela tiene mucho que ver precisamente con lo inefable, o, en otro registro, con lo imposible que es imaginarse al otro lado, más allá de tu propio horizonte, más allá de tu cuerpo, donde no llega la vista, donde no llega tu imaginación, donde no alcanza la empatía, allá lejos donde residen los subversivos, o los terrucos, o los campesinos, o cuando no se puede distinguir entre uno y otro.
Si bien algunos críticos de esta novela han citado una relación con la Antígona de Sófocles, con la ética de lo comunal en un momento impreciso de escenificación subjetiva, me parece, también hay una fuerte crítica de la posibilidad de una ética individual. Y aquí estoy pensando en Zizek—quien a su vez está pensando en Levinas—cuando el otro, el enemigo, en su imponderabilidad, su inconmensurabilidad con nuestro episteme, se vuelve tan ajeno, tan otro, que ningún encuentro con él es posible (Violence 55).
Para mí, esta novela registra la imposibilidad de los encuentros, de las imágenes, del amor, del otro, del yo. Una novela que te hace vibrar el cuerpo con estas imposibilidades. Si el otro es mi enemigo y lo tengo que destruir, ¿qué pasa si no sé distinguir entre aliado y enemigo? ¿Entre yo y otro? Es una novela del deseo imposible por ese roce, cuando esa brecha que se abre entre yo y tú se queda siempre abierta. Lo no visto. Lo que es imposible ver, sentir, tocar.
Claudia Salazar Jiménez estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima. Se recibió de NYU con un doctorado en Literatura Latinoamericana. Ha editado Escribir en Nueva York. Antología de narradores hispanoamericanos, y con Melissa Ghezzi, Voces para Lilith. Literatura contemporánea de temática lésbica en Sudamérica (2011). Sus relatos más cortos han sido publicados en varias revistas y antologías. La sangre de la aurora es su primera novela. Ganó el premio Las Américas de narrativa latinoamericana en el 2014. Pronto será traducida al inglés como Blood of the Dawn, y publicada por la editorial Deep Vellum. Una gran amiga y colega. Los dejo con Claudia.
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